Una noche en la que extrañaba a mis amigos, partí botella de vino en mano a su casa. Cuando llegué descubrí que era noche de presentación de novio, no mío claro está. Nuestro amigo visitante presentaba a su novio ante su pequeño grupo capitalino, algo así como su círculo de hierro. Copas, queso y loza de Samy Benmayor, esperaban la llegada del joven en cuestión.
Primero llegó otro amigo, que tan solo era arroz. La hora avanzaba. Cuando sonó el móvil, era el tan esperado novio, se ganó ya mil puntos antes de llegar, venía en taxy desde lejos, muy lejos, lo que demostraba el interés que tenía, no solo en ver a nuestro amigo, sino en conocer su entorno. Lo que quedó demostrado cuando llegó y no se aisló en el Club de Toby de la terraza, se quedó compartiendo con las niñas. Y no es porque él sea una loca, todo lo contrario, nos sorprendió su equilibrio, conociendo el gusto de nuestro amigo.
Pasaban las horas y las copas de vino de vaciaban cada vez más rápido, provocando una ingesta alcohólica rápida del anfitrión. De fino vino en copa de cata, flamenco y Gotan Project de fondo, sentados en sillas de diseño e iluminados por la luz de la lámpara de Castiglionni, dimos paso al reguetón en la terraza al ritmo de Calle 13 y Fergie. Sin más drogas que el romance, descubrimos que el novio había pasado la prueba, era tierno, expresivo y cariñoso con nuestro amigo. Además de calzar perfectamente en el juego y la juerga.
Atrás quedaba la sombra de pastel, aquel que creyó que nuestro amigo era más fuerte que el cloro y que tenía una pasado oscuro, tan solo porque su jefe, no se atrevía a salir del clóset y reconocer sus celos extremos, porque era otro el que se comía a quien le gustaría que fuera su presa.
Locas turbias hay en todas las tendencias.
Suerte amigui...
miércoles, 16 de mayo de 2007
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