sábado, 9 de agosto de 2008

Cómodo - Inauguración del Nuevo Olimpo del Diseño en Chile


Jueves 31, 01:35am

El equipo de Cómodo, termina de comer pizza sentado en una improvisada mesa de tablero y toma bebida en vasos hechos de botellas plásticas recortadas. La mitad de los muebles aún no llegan del taller. Orlando Gatica aún no entrega la cama que diseñó. Los cojines de Fauna Pérez no han cruzado la aduana desde Argentina. Carlos Núñez entre tanto, manda a traer lo más selecto de su catálogo de artistas. Rodrigo Alonso y yo, ayudamos a JP a desenvolver las mesas de Sien. Es tarde, todos están exhausto y el escenario aún no estaba terminado para dar inicio al show en 18 horas más.

18:30pm


Roberto Bravo, el productor del evento, comienza el conteo regresivo. Luego de una ducha rápida pero reparadora, se viste con su chaqueta deshilada y empieza a dar órdenes a los guardias, a Valeria la encargada de tienda y a los meseros, encargados de agasajar y emborrachar a los asistentes. Revisa los bolsos repletos de objetos de diseño que serán los regalos para la prensa y grandes personajes del medio. Falta poco. El clima se acelera. Las tiendas restantes del subterráneo de la galería Drugstore en plena Providencia son obligadas a cerrar. Se esperan cerca de 300 personas para la inauguración, las que serán situadas en el sector delimitado y protegido por guardias perfectamente vestidos.

20:00pm

El show comienza.
La música de un DJ amenizaba el ambiente. Los meseros esperan la orden para empezar a repartir las copas. JP, Director Creativo de Cómodo, y Cristian Erdman dueño y Director General de la empresa, están ansiosos, por fin el sueño está cumplido, el escenario montado y ellos preparados para hacer lobby en la hoguera de las vanidades del diseño. La gente llega una tras otra vestidas con lo mejor de sus guardarropas. No asistieron 300 personas, sino cerca de 500. Cómo lograron respirar, caminar y lucirse aún me resulta todo un misterio. Pero ahí estaban, era una mezcla extraña entre diseñadores, artistas, músicos, periodistas y uno que otro intelectual socialité.

De pronto veo al mismo chico tímido, alto y barbón de la noche anterior. Ya no se veía tan tímido. Se notaba que había preparado su personaje. Sus enormes gafas de sol con marco cuadrado blanco y sus zapatos de payaso amarillo chillón completaban el vestuario que había elegido para encarnar a un misteriosos fotógrafo cool. De chico tímido con pinta de talentoso, pasó a ser un esnob con ansias de páginas sociales. Dentro de la fauna restante era fácil divisar a los que aún eran estudiantes y los que ya éramos parte del mercado. Los primeros aún lucían sus fachas de hippie chic alternativos, los otros sabíamos que había que trabajar, por lo que vestíamos como la gente espera que luzcan quienes les venden estilo. Nada exagerado pero que denote que no eres un invitado más, sino parte del elenco.

Como es habitual la gente se agrupa por afinidad de egos. Primero parten con la rutina de la pasarela para mostrar que son parte del evento, fingiendo que nada ni nadie les importa se desplazan entre la gente. Atacando al primer mesero que encuentran en busca de una copa. Acto seguido, buscan entre sorbos a la gente conocida. Extrañamente logran ubicar primero a los eneamigos del medio, luego a sus compañeros de farra, pero siempre optan por saludar antes que a otros al personaje más influyente del lugar. Al fin y al cabo no son más que relaciones públicas bien orientadas. El que se llevó gran parte de estos saludos iniciales fue Óscar Ríos.

Los dueños del evento no daban abasto para tanta felicitación. Mi pecho estaba hinchado al ver el éxito que tenía el trabajo de mi mejor amigo. De seguro más de algún abrazo no fue tan honesto y estuvo más que lleno de envidia y conveniencia. En fin, así es el negocio. JP lucía perfecto en su terno italiano, de la última colección que trajo Juan José Soto. El que con su tanorexia más controlada deslumbraba, causando una cadena de codazos entre los asistentes por su abrigo color beige con una discreta solapa de piel. Algo no muy acostumbrado de llevar en este mundo vanguardista tan poco atrevido. Con todo el resquemor que me provocan los asesinatos no pude evitar abrazarlo cuando lo vi. Además de ser muy simpático, es el padre de Renato, el pug con más glamour y la cara mas linda que he visto. Sin mencionar que le compro novia, Raffaella. Los que espero sean los próximos padres de mi retoño. Por lo tanto, ya que cuento con que seamos familiares en el futuro, omitiré el comentario criminoso sobre su solapa, sólo haré un minuto de silencio.

...

Mientras optaba por ir en busca de una copa de champaña a la mesa del catering directamente, descubrí que mi chaqueta le llamaba la atención a un guapo fotógrafo que se encontraba en el grupo de Pato Pozo, el entrañable amigo de Pato Fernández (cómo olvidar su ponchera con una mancha de mayonesa y sus toques de cerveza cuando ambos llegaron tarde a dictarnos cátedra). Pero el punto aquí, no era PP, sino que esconderme del guapo fotógrafo, no por lo guapo ni pecaminoso, sino porque moría de susto que recordara que no escribí la nota para La Nación el año pasado por su última exposición en la Animal. Recuerdo que me envió un mail en esa época, preguntando porqué?, yo solo desaparecí. Me dio pudor decirle que no me gustaron sus fotografías y por eso no hice la nota. Aunque luego su instalación visual de canchas de tenis sería altamente reconocida. Asumo mi mal ojo mediático, aunque sigo encontrando mala la serie de fotos, salvo el formato. Mientras me escondía entre los brazos de mi novio para pasar desapercibida pasó por nuestro lado Mr. Garfias, con su bufanda rosa, complemento infaltable en su atuendo de esta temporada. El verano pasado fueron los pantalones rojos. Debe haber sido extraño para él no ser el centro atracción esta vez. Esta vez lo eran sus niñitos. Ex alumnos que ayudó a crecer. Tal vez fue la cuota de orgullo que lo hizo dar un paso al lado y dar protagonismo a los jóvenes, o quizás la nostalgia por su tienda en Alonso de Córdova, Nuevo Diseño Hecho en Chile, tan similar a Cómodo como un padre a un hijo. Donde el hijo siempre tiene mejor porte, más impacto y menos trabas.

Tras un par de copas y algunas personas menos, intenté llegar a la tienda para ver cómo había quedado la puesta en escena final. En el pasillo previo a la entrada, mientras esperábamos la circulación de las personas al interior de la tienda, apareció Carlos Núñez levantando los brazos, “No esperaba menos de ti. Panton, absolutamente acorde al evento”, comentó por mi chaqueta. Nadie excepto él podría haber reconocido el estampado Geometric I, de 1960, de Verner Panton. Sólo él. De pronto un amigo que me acompañaba saluda a un tipo al que no alcancé a distinguir. Al escuchar su Agrrrr!! al voltear, comprendí que era Jorgito hijo, quien como de costumbre para el disgusto de mi amigo, era mal acompañado de un ejemplar que parecía recogido del Fausto. Siguiendo con el recorrido por la tienda, que más parece una galería de diseño que tienda de productos, busqué donde estaban los míos. Los cojines de mi colección, figuraban encima de una reposera de metal y mimbre, junto a ella estaba un joven arquitecto con el que tuve un affair años atrás, lo felicité por su revistero y pregunté que más había diseñado, para mi sorpresa, aquella reposera era diseño de él. Que ironía, nuestros diseños combinaban a la perfección, no fue así para nosotros.

Ya eran pasadas las 10 de la noche, la gente aún no se iba. El evento había sido todo un éxito. Aún quedaba la tipa que se sacaba fotos en las ambientaciones, brindando junto a otra mujer con las copas Watt de R. Alonso, obviamente vacías. Mientras su marido, un actor irreverente, de comedia gringa a la chilena, con su discreto gorro de lana altiplánico conversaba junto a su compañera de serie, la actriz Javiera Contador. Los que en esta ocasión no eran objeto de curiosidad, sino más bien un arroz televisivo invitado al evento.

Cerca de las 11, la gente se negaba a moverse. El anfitrión agotado optó por cortar el suministro alcohólico, una forma cortés de decirle a los asistentes que es hora de irse. El estreno en sociedad había sido más que un éxito. Todos los que les cerraron las puertas y dificultaron el camino a estos diseñadores alguna vez, rogaron por una invitación. Los dioses del Olimpo fueron destituídos, la nueva camada tomó el poder. Zeus para los diseñadores, ahora se llama Juan Pablo Fuentes.

viernes, 8 de agosto de 2008

Siútico - Un libro para Chile


Por ejercicio de fin de semestre tuvimos que hacer una monografía para el curso de Lady Vodanovic. Mi grupo eligió como concepto central para el especial de nuestra revista el tema de las Cabezas Negras. Apodo que recibimos despectivamente todos los latinos o sudacas en Europa. Somos discriminados e indicados con el dedo. Nuestras cabezas nos acusan de una carga similar al karma, de la que nos guste o no, debemos hacernos cargo. Irónicamente nos sentimos superiores y discriminamos a todos los inmigrantes con el pelo más tieso, la tes más oscura o la cabeza más negra que la nuestra. Algunos prefieren olvidar sus raíces y optan por la decoloración, otros por enfatizar su conocimiento del mundo lanzando palabras en inglés cada vez que pueden, sin olvidar mencionar a los que les gusta rotear a medio Chile, aunque lo más probable es que cuando llegan a cruzar la cordillera se sienten huasos, rotos y cabezas negras. No podemos dejar de mencionar a ese grupito de chilenos alternativos, que viven “firme junto al pueblo”, vistiendo zapatillas Lacoste y haciéndose los cool en La Piojera o el Lili Marleen.

Dentro de la monografía incluimos una hipotética columna de Cristóbal García, la cual titulamos “Chile Rotea”, y “Crónica al resentimiento”, un ensayo que pediríamos a Gabriel Salazar y Alfredo Jocelyn-Holt para descubrir esa personalidad propia que tanto nos cuesta reconocer. Fue de casualidad que justo en este período estuviese preparándose la salida al mercado de Siútico, un libro escrito por Óscar Contardo. De haber sido real nuestra revista la habríamos rompido. Los temas eran perfectos para acompañar al maravilloso trabajo de Contardo. Juntos habríamos dado de qué hablar. Más que mal, el mundillo intelectual, artístico y social chileno está repleto de siúticos.

Creo que este libro debiese ser incluido en un Maletín Literario para el sector ABC1 y C2. Como lectura recomendada en el bar del Ritz, para acompañar los Martinis en la terraza, también debería incluirse en el mantel del Liguria, sería más ad hoc que la gráfica actual según el tipo de comensales que lo habitúa. Ediciones B debería pensar como parte del merchandisign promocional, lanzar al mercado pequeños librillos tamaño pocket como los de The Clinic, con fragmentos del libro y repartirlos como textos de auto ayuda cultural en lugares como Amorío, Agua, Ópera Catedral, Dominga, Lamu Lounge, Restaurant C, El Toro y el Guapa (aunque me duela reconocer que me encanta ir, pero voy a almorzar y no ver socialite los viernes por la noche).

Para todos los demás que disfrutamos de la buena lectura y asumimos nuestra cabeza negra con dignidad, que no necesitamos de la intervención de las Ministras Sor Paulina Urrutia y Mónica Jiménez de La Jara para hacernos de nuestro propio maletín literario. Para todos los que nos gusta reírnos de nosotros mismos, podrán adquirir por sólo $13,000 la mejor radiografía de nuestra sociedad actual. Léalo con cautela podría reconocerse en más de una ocasión.

A continuación el texto oficial de la contratapa:


“Siútico es un libro sobre la intolerancia, el daño y el miedo. Una crónica histórica y actual sobre el arribismo, sobre la gallada, el mediopelo, el acaballerado, el neosiútico globalizado y el mundo militar; sobre el cuico intelectual, el abajista o el wannabe; sobre la cuica zafada, la excéntrica o la aro-perla. Un ensayo que trata de buscarle un sentido a la diferencia entre decir «anteojos» o decir «lentes», o entre un «adiós» y un «chaíto». A partir de materiales diversos (estudios económicos y sociales, prensa histórica, entrevistas frescas, la bibliografía del menosprecio, la observación personal y el rumor vil), propone una reflexión acerca de la pertenencia y la diferencia social en Chile, y deja en evidencia algunas de las curiosas formas que puede adoptar la crueldad humana. Por eso es a ratos un libro feroz, pero quizás es que todos lo somos, vistos de cerca.”
Óscar Contardo

domingo, 27 de julio de 2008

Básica


Siempre he envidiado a los hombres en su manera de comunicarse. Podrán tacharlos de básicos, pero hay veces en que eso se agradece. Si dejan de verse, no se hacen recriminaciones la próxima vez que se encuentran. Si uno llama a otro y este no le contesta simplemente corta, en su próxima llamada sólo le informará (si es de real relevancia) sobre su llamado anterior, de lo contrario le hablará como si nada. Para problemas mayores está el fútbol, con un par de patadas tras la pelota todo se arregla, después un par de cervezas y ya está. Y si el problema es realmente grave, un par de combos solucionan cualquier cosa. Para el próximo asado ya estará todo en paz.

Que suerte tienen!.

Uno puede creer que los encuentros posteriores con alguien que fue tu pareja serán difíciles. Lo normal sería prepararse, asumir una postura, ensayar frases para la próxima vez que el destino los ponga en frente. Puedes pensar que el encuentro será a lo menos incómodo, qué le dirás?, que recordará?, qué te preguntará?, tendrás que hacer un resumen por el tiempo ausente?. Esto se supone que debiera ser un tema complicado, entonces, ¿Porqué carajos me es todo al revés?.

Las relaciones con las amigas es un tema que no logro enfrentar. Olvido que no soy hombre y actúo como tal. No es que le ande dando combos a las mujeres que me rodean, creo que ninguna se los ha ganado, aunque lo más probable que más de alguna me los hubiera querido dar. Pero olvido que a las mujeres se le da explicaciones, hacen segundas lecturas y cuando les explicas suelen entender sólo lo que quieren. Muy por el contrario con los hombres nunca he tenido problemas. Salvo un par, y el problema ha sido debido un simple lío de faldas.

Cuando pensaba que tener amigas era simple, me confundí. Aunque lo olvide las cosas entre mujeres se arreglan de forma diferente y actuar como hombre no vale. Lo simple termina siendo complicado y lo difícil suele ser más natural. Cuando se suponía que sería difícil enfrentar al ex, ahí estaba la ventana de Casanova parpadeando en mi pantalla. tras un par de “hola” no había nada que arreglar. Sin resúmenes, sin silencios incómodos, sin problema conversaba como si nada. Nada de preguntas, nada de explicaciones. Solo dos personas que se quieren mucho, que optaron por caminos separados y quieren saber como están. Nada de temas pendientes, tergiversaciones ni segundas lecturas. Cuando el tiempo hace su trabajo los corazones se sanan. Al final la vida es como un depósito bancario, aunque lo olvides, las actualizaciones son automáticas. Para qué buscar en el talonario anterior? Es preferible ver el saldo en pantalla, importa lo que hay no cómo ha sufrido las inclemencias del mercado. Las bajas y las altas no importan. Sólo importa que los números sigan azules. Al parecer los trámites bancarios y los ex se me dan fácil, las amigas no.

lunes, 21 de julio de 2008

FaceBook


Al parecer se ha convertido en la herramienta más fantástica y apetecida del momento. Reencuentro con compañeros de colegio, antiguos romances escolares, vidas pasadas y personas olvidadas. Y ahí están otra vez. Aparecen de la nada. De pronto te llega una solicitud y vez pasar tu vida adolescente en cuestión de segundos. Pero puedes huir, fingir que no eres la persona que creen y hacer cómo si nunca se hubiesen vuelto a cruzar vuestras vidas. Porque todos tenemos algunas personas que no quieres volver a toparte, que no te interesan o que simplemente olvidaste. Por cortesía, curiosidad o por lo que sea me niego a caer. Hay gente que se ya no está en mi vida y si no he hecho nada por mantenerlas es porque estoy bien así.
Durante los 3 primeros años fuera del colegio se juntaron. Me llamaron solo el primer año, después ya no. No fui y dudo que hubiese ido los años posteriores. A mis amigas de toda una vida, hasta eses entonces, les dejé de importar. Se crearon un personaje ficticio de quien era, y descubrí una vez fuera del colegio que no me interesaba estar defendiendo mi perfil delante de personas que en lo sucesivo iban a tener poca o ninguna importancia. Logré salvarme de Facebook. Ver las fotos de las eneamigas que tuve durante 12 años fue más que suficiente para saber que no las quería de vuelta, ni siquiera por cortesía cibernética. Me pregunto si esos compañeros de los que el resto se burlaba, golpeaba y metía en el basurero (literalmente) ya lo habrán olvidado. Tal vez creen en la frase que dice que todo tiempo pasado fue mejor. No sé si mi presente es mucho mejor, pero está mejor sin ellas.
Pude huir de FaceBook, más no de este pañuelo llamado Santiago. Mientras paseaba por Patronato una mano me toma por el brazo y me saluda. Segundo más tarde reconozco tras las gafas tipo Pamela Díaz y una parka con piel a una ex compañera. Ella me caía bien, era de esas tipo sustancia. Rosada, liviana y dulce. Pero simplemente que dejo de estar y no eché de menos. Me cuenta que se juntaron hace poco. Me dice que intentaron ubicarme. Lo dudo. Aunque le explico que nadie tiene mis números actuales, ni saben donde vivo. Me cuenta que están en Facebook, le digo que lo sé. Le cuento que cuando me llegó la invitación la rechacé. Me dice: “No estay ni ahí”. Y aunque no suela ocupar la frase es así, no me interesa. Le digo que no le encuentro sentido, que me da lata tener que hacerle un resumen de mi vida a gente que no le interesa realmente saber de mi. Total, a la gente que le importo ha seguido sabiendo de mi y yo teniendo contacto de alguna u otra forma con ellos. Y así, sin importar el tiempo que pase la gente que importa sigue estando en la vida. Sin necesidad de protagonizar la escena de moda frecuente , una mesa grande con un montón de gente sin nada en común, sólo la cara de curiosidad cuando aparecen en el local de encuentro.
Quizás yo aún no olvido que mal lo pasé en el colegio, puede ser una etapa no superada en mi vida. Pero el encuentro me hizo recordar porque tengo más carteras que amigas y no pretendo que eso cambie.

Chile actual


Tengo una amiga que vive hace 7 años en Barcelona, su hijo de 13 se vino a Chile este año, por lo que lo primero me preguntó fue que tal estaba Chile. No encontré nada mejor que lo describiera que El Diario de Eva. Era la mejor forma de explicarle tanta fauna urbana que andaba suelta por ahí. Porque por mucho que la gente piense que los europeos tienen un estilo desenfadado y cosmopolita está lejos de ser una imagen similar a la que podemos ver en el portal Lyon, el Cerro San Cristóbal o el Paseo Ahumada. Más bien se parece a lo que te puedes encontrar en Tokio, ese llamado kitch nipón. Para desgracia de su estudio idiosincrásico los programas mostraba a chicos menos producido de lo normal, por lo que cada vez que sale a la calle anda como perrito de paseo pegada a la ventana para intentar ver a algún Pokemón con estilo. Aunque el choque social le vino después.
Suena el teléfono, contesto, al otro lado de la línea su voz decía: “estoy un poco en shock”. Sin entender a que se debía su comentario esperé más información. “Estoy viendo el programa que viene después del Diario de Eva”, me dijo, Yingo!, con razón. “Son todas teñidas, con siliconas. Una está con bikini y una mini que parece que se puso el cinturón y se olvidó de la falda”, seguía diciéndome en tono de asombro. Yo le había hablado del programa, le había explicado que era una especie de Mekano pero más porno y más tonto. Pero el punto no es ese, sino el cómo se ganan la vida las chicas que trabajan ahí. Imagino que es plata fácil. Mover el culo, cantar canciones tontas y armar cahuines, lo mismo que la mitad de los adolescentes, claro que con menos ropa, más silicona y una gran cuota de estuco para la pantalla. Es cuando me cuestiono si tendré muy sobre valorado el intelecto y la demostración de este. Me siento morir cuando creo que mi novio valora más la edición de una novela por una compañera, que mis dos proyectos de revistas. Mientras hay dos chicas en SQP cantando “Culi - Culá” por más de una hora. Mientras mueven la cola y paran el poto, me pregunto si a ellas les importará que las tengan de juguete eróticos, las consideren una par de cabezas huecas y lo único que le importe al resto es que si llevan o no pantaletas bajo la minúscula falda. A quien le importa si hablan de corrido, han leído narrativa últimamente o conocen lo último en políticas educacionales. El punto es hasta cuando?, hasta cuando se podrán sacar la ropa?. De hecho una de ellas se hizo popular por su desnudo completo en despedidas de solteros, no tiene nada de malo, menos con ese cuero. El punto, insisto, es hasta cuándo te va a dar de comer sacarte la ropa?. De seguro son niñas inteligentes, mas que Barrientos. No es cosa de valores, es cuestión de tiempo. Antes de los 30 deben ganar suficiente dinero para una jubilación anticipada, un retoque quirúrgico o en su efecto conseguir una buena chequera que las mantenga. Y si ya tienen hijos, y parejas, e intentan formar una familia... hasta donde pueden llegar? Desgraciadamente la forma de entrar a los medios es de la peor categoría. Aún peor que agarrándose de las greñas con otras, porque incluso a esas se les da la opción de hablar y probar que piensan, o algo así, suficiente como para armar una frase que haga revuelo. A diferencia de estas chicas, que a pocos les interesa siquiera su nombre, solo sus condiciones físicas, a las que cuando intentan hablar las ponen de pie, las envían al medio del plató y las hacen hacer de conejas play boy con buen sentido del ritmo.
Así está Chile. Con razón los pingüinos pelean tanto por la educación, de seguro quieren tirarse a alguna de estas conejitas, seudo modelos de discotecas, pero saben que si no poseen esos cueros y no está de moda su tribu, no tendrán trabajo fácil y les tocará trabajar, donde en algún minuto de la cadena importará que tienen dentro de la cabeza.

viernes, 27 de junio de 2008

Sex & City


Moría de envidia de saber que mi amigo personal, crítico de cine de Wikén, vería antes que yo S.A.T.C, the movie. Pero bueno, el destino me regaló a mi la primicia. Dos semanas antes de su estreno en Santiago, figuraba en el Village Recoleta de Buenos Aires viendo la tan añorada película.
Es todo lo que esperaba. Romance, sexo, problemas, llanto, moda, zapatos, Vogue y Big. Aunque me jugó en contra saber tanto con anticipación. Conocía los look que Patricia Field había escogido para las protagonistas, por lo que no aluciné tanto con sus ropas, pero con la sesión de fotos para Vogue quedé fascinada.
Lo que no logro entender es que las mujeres sigan vistiendo así, después de ver durante 6 años una serie con tal producción de imagen. Cómo no aprender algo de estilo?, me pregunto. Pero parece que cuesta.
Antes de los 30 la idea de ser cool es verse como si vivieras aún en los ‘80 y tuvieras un cuerpo de 15. Si pasas los 30, te vistes como señora amargada, madre abnegada o bataclana no asumida.
Si hasta las páginas que actúan como cool hunter de estilo nacionales caen en este pecado. En www.lacalleviste.cl el icono pareciera ser la mina alternativa con pata y botín. Como si eso fuese novedoso. En Buenos Aires me muestran una revista de tendencias, me señalan como lo último y más fashion un par de look que a mis ojos parecen añejos. Cómo no?, si venían en las revistas que me traje el 2004 de BCN. Siendo positiva, podrían estar bien, si tienes menos de 25. Pero mi estilo, mis piernas y mi cabeza no me dejan caer en la macabra tentación de vestir patas estampadas, camiseta y zapatos de muñeca.
Ni mencionar los disfraces que usan las tribus urbanas para vestirse. Las lolitas dark, pokemonas, visual, muñecas góticas, animé, en fin. Que será de ellas? Claramente no fueron abducidas por Carrie y sus amigas, sino más bien por Yuri. Y no me refiero a la cantante mexicana, sino a las serie animé de lesbianas. Eso explicaría tantas cosas, entre ellas la mezcla de colores y accesorios tan kitsch que suelen utilizar. Pero donde quedamos nosotras?, las que crecimos con Candy, Candy. Lo que justifica nuestra fascinación por Sex & City. Donde Carrie pasa con el corazón con un bypass permanente por Big, igual que Candy por Antony. Es que nos gusta el romance con clinex. Harto llanto, angustia y tensión sexual.
Volviendo al look de nuestras heroínas y de las que deseamos caminar por NY con un par de Manolo’s. O Choo’s en mi caso. Cuando vean la película saldrán nostálgicas. Se preguntarán: Y ahora qué?, por que se nos acabó la trama. Nos hay más Sex & City. Lisptick Jungle, la segunda novela de Bushnell llevada a la pantalla chica no tiene las fuerza de estás cuatro mujeres. Aunque sus protagonistas también viven en la Gran Manzana, visten ropa de autor y calzan Manolo’s, no tienen esa mística que nos encantó de la primera serie. Al salir del cine luego de ver S.A.T.C, la película, tendrán ese síndrome de abstinencia por falta de heroína, en este caso por falta de esas 4 heroínas que nos acompañaron durante 6 temporadas. Saldrán a la calle y mirarán a su alrededor buscando mujeres con sus estilos. No las encontrarán. No verán mujeres vestidas como ladys cosmopolitas. En los bares no encontrarán más que copias a lo gremlin de Consuelos Aldunates tratando de imitarlas con una copa de Cosmopolitan. Pero sin su gracia y sin ese estilo newyorkino que sabe cómo verse guapa sin ponerse el catálogo completo encima, sin que se les salga el vestido de novia cada vez que abren la cartera. Dónde están esas solteras orgullosas, felices, con parejas, casadas, pero libres? Dónde están esas mujeres con estilo que crecimos aprendiendo de las mejores? Dónde? Quizás mi inconsciente me obligó a hacer ese abrigo verde, una forma de llevar con nostalgia algo del estilo de Carrie. Y cómo buena adicta, a falta de heroína, se aceptan drogas menores. Bienvenidas Mujeres de Manhattan! Y cómo si fuese poco, Tras la pasarela, para la lectura nocturna.

jueves, 26 de junio de 2008

Baires


Buenos Aires. Una ciudad de la que todos hablan. Esa ciudad que todos visitan cada vez que pueden. La misma que yo no conocía. Raro, para los que saben de mis paseos por Paseo De Gracia o Vía Condotti, pero bueno, Ya está. Ciudad conocida. Esperaba encontrar algo de esa magia italiana de sus ancestros, pero además del queso y lo bullicioso de los porteños encontré muy poco. Creía que iba a descubrir calles repletas de mujeres guapísimas, vestidas impecablemente y luciendo las tendencias más hozadas. Tenía ansiedad de ese mundo cosmopolita que todos añoran. Pero no sé. Tal vez, fue que me deslumbró su arquitectura. O tantos corazones sueltos por la honey bunny no me dejaron ver que pasaba en las veredas de Capital. Como dice un amigo, lo peor es ir a una ciudad desconocida y maravillosa con tu enamorado, hay tanto que ver y uno se la pasa babeando y suspirando por quien camina a nuestro lado de la mano. Pero bueno, le da un encanto especial. Las veredas repletas de caca de perro, se convierten en parajes perfectos para detenerse y besarse sin razón. Increíblemente no pisamos ninguna, eso que Recoleta y Palermo estaba lleno de perros. Los paseadores de canes con una habilidad impresionante lograban sacar a estirar las patas a más de 8 perros cada uno, de todos los portes, de todas las razas, con los mejores abrigos y accesorios para mascotas, pero sin una pisca de educación de sus esfínteres. Y Ok, seamos sensatos, una cosa es que les paguen para sacarlos a caminar y otra muy distinta es que la plata alcance para pagarles por recoger sus mugres. Eso, al parecer, no viene incluido en el contrato.
Lo mejor de Baires?, esos zapatos grises que no alcanzaba a pagar para traerlos conmigo. Lo otro, lejos!, el exceso de queso y de puestos de revistas, es que por Dios que tienen revistas!. Es casi como pararse en un quiosco de magazines italiano. Una maravilla. El fraude fue la champaña. Siempre hablan que allende Los Andes se toma champaña como si fuese Coca Cola. La cantidad sí, la calidad, un desastre. Siempre tomo brut, en lo posible extra brut, de lo contrario mi guatita reclama. Y esta vez reclamó. No porque la tratara de engañar con demi sec, sino porque estoy segura que las botellas venían con la etiqueta cambiada, de lo contrario, muy baja la calidad de champaña porteña. Ni hablar del New Age. Un vino espumoso de baja monta, aún peor con sabor. Lo ideal era que todo, todo se pedía a un delivery. Las empanadas, los licores, la comida, los cigarros, todo, hasta que se llevaran tu ropa sucia y la trajeran de regreso, por 8 pesos, limpia y planchada. La perfección.
Todo empieza tarde, realmente tarde.
Fuimos a una fiesta a San Telmo. Salimos del departamento cerca de las 3 de la mañana. Eran casi las 4 y las puertas no se abrían. Era una fiesta de esas que se alucinan... por lo menos eso se decía. Una fiesta que se hace solo cuando cae un domingo feriado. Se dice que es de lo más cool. Lo cierto es que lo único cool eran los baños. Será que estamos más viejos? Porque la música del grupo seudo punky que tocaba, no era para nosotros. Un dejo similar a Tronic, pero de barrio, aún más que ellos. Debo reconocer que al llegar estaba feliz. Una nostalgia a mis noches por Blondie me invadía. Esa música, ese ritmo. Esos personajes extraños. No tanto como los que van por estas noches. Pero de pronto mi música indie favorita dejó de sonar y una similar a la escuchan los visual empezó a sonar. Descubrimos que queríamos volver a nuestro campamento en barrio Palermo.
Si bien el look de las bonaerenses no me sorprendió, sí lo hizo ese clima templado y ese ambiente europeo. Sus edificios eran de ensueño. Nunca pude decidir a cual de todos los penhouse de arquitectura art decó o francesa quería mudarme. Sólo sé que quiero pasear habitualmente por esas calles, comprar en esos quioscos las revistas que nunca veré acá por menos de 5 lucas. G7, Esquire, 90+10, Remix, solo por mencionar algunas. Perderme en las galerías de Santa Fé. Y noviar hasta caer borracha entre los gatos y los invernaderos del Jardín Botánico. Donde se reúne la incipiente fauna de los emos. Extraño, acá lo hacen en el cementerio. Tal vez sea porque el cementerio de la Recoleta es más turístico que deprimente. Aunque esté lleno de tumbas abiertas, más que tétrico y triste es un paseo romántico y glamoroso.
A Palermo Soho hay que ir sola, o con alguna amiga dispuesta a perder el tiempo. En cada calle hay demasiado que ver. Todas las tiendas son dignas de visitar. Lo máximo en diseño, lo mejor de los fetiches, la ropa con mejor estilo... aunque no pude verla. Lo que vi me maravilló. Por sobre todo el lugar. Quiero mi tienda ahí. Repleto de gente sedienta de cosas nuevas. Y en el único lugar en donde los precios son viables, si eres diseñador y pretendes vivir de ellos, porque en el resto de Buenos aires los precios de la ropa son un chiste. Menos para mí. Según mi novio sufro del síndrome de la diseñadora... quiero lo más caro, lo más costoso, lo impagable.
De vuelta en Santiago, dispuesta a seguir con la honey bunny, extraño los delivery, la pizza con queso roquefort, las empanaditas, los alfajores, esas calles, esas revistas. Aunque no pude traer esos perfectos zapatos grises traje lo mejor que encontré. Marroc, un placer de chocolate y endorfina. Jabón, sí, jabón. No es que me los haya robado del hotel como los rotos, aunque sí me traje la espuma para la tina. Sino que descubrir Sabater Hnos fue lo mejor. 90+10 a costo en pesos. La Ramona, sólo para curadores. Lo último en chic lit, la nueva novela de Candace Bushnell, Tras la pasarela. La entrada del Village Recoleta a Sex & City, la película. Y lo mejor, el amante perfecto de regreso a mi cama.