miércoles, 21 de noviembre de 2007

Parte I - Mujer Objeto


La preocupación femenina por el cuerpo, en estos días, ha alertado a las Asociaciones de Psicología. El rol femenino se ha plastificado. Los iconos con los que crecen las niñas actualmente, son irreales. La valoración del cuerpo en pro de la aceptación social y sexual repercute en edades cada vez más precoces. Un reportaje de Alejandra Rodríguez, del Diario El Mundo, hace referencia al hecho de que las niñas desean ser sensuales y atractivas siendo muy pequeñas. “Mi niña quiere ser sexy, no princesa”, se titula el reportaje, en él se analiza un informe de la Asociación de Psicología Americana, donde examinan las conductas femeninas infantiles y la desviación del papel femenino.

A lo largo de la historia, hemos presenciado la lucha de algunas mujeres por ser respetadas y tratadas con igualdad. Valoradas como seres humanos y no sólo, como físicos apetecibles. La batalla femenina no terminó con la obtención del voto femenino, ni el ingreso a las universidades con libertad de opción, tampoco con una mujer en el poder. La lucha para algunas, se acabará cuando ya no exista diferenciación de géneros en el ámbito intelectual. Cuando se acabe la discriminación, incluso la positiva.

Al analizar la lucha histórica femenina, por una valoración ecuánime, resulta insólito el resultado que evidencian los psicólogos. El apego desmedido de la apariencia como bien transable y, como medio para obtener sus objetivos. “Las niñas asumen desde que apenas levantan un palmo del suelo, que la mujer es un objeto sexual y que será valiosa en la medida que sea atractiva para el varón.” se señala en la nota. Suena terrible y empeora aún más. “En definitiva, las prácticas sexualizadoras mantienen a las mujeres como objetos de atractivo sexual y de decoración” continúa diciendo el documento. Estas frases dan respuesta a muchas preguntas que me hago día a día, cada vez que prendo el televisor, abro una revista o asisto a un evento. Cuantas veces hemos visto verdaderas mujeres plantas, verdaderos arroces que solo cumplen el papel de acompañamiento, o de decoración del entorno.

Según los especialistas, “el hecho de no alcanzar sus objetivos físicos, provoca insatisfacción, ansiedad y depresión o actitudes depresivas a unas edades cada vez más tempranas. Además, favorece que se descuiden otras habilidades y áreas de desarrollo intelectual y personal.” Tal vez, sea esta la respuesta más certera. Sus intereses se desvían siendo muy chicas. Crecen asumiendo un rol decorativo. Padecen una adolescencia trastornada, obsesiva. Pasan horas en gimnasios, solarium y spa, buscando alcanzar sus metas. Leen y mucho, revistas como Cosmopolitan y otras de corte femenino, donde se instruyen para desarrollar un buen papel en la satisfacción masculina. Podríamos decir que poseen verdaderos doctorados en implantes y dietas, sonrisas vacías y escotes profundos.

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